Son las 7:00 pm en el terminal de pasajeros situado frente al Parque Generalísimo Francisco de Miranda. Las colas se pierden entre la cantidad de gente que hay para abordar los autobuses a distintas ciudades dormitorio cercanas a Caracas como Guarenas, Guatire y La Rosa.
En una de las largas filas para abordar el autobús hacia Guatire, una señora observa cómo pasan las horas y no llega una sola unidad de transporte que la traslade a su destino. Tiene dos bolsas llenas de productos como leche, arroz y pasta. Sus brazos no tienen fuerza para seguir cargando el peso, así que decide colocarlas en el piso para relajarse.
Sobre su hombro derecho cuelga una cartera negra que abre cuidadosamente para sacar su teléfono móvil y comunicarse con su esposo. “Déjame ver si el marido mío me atiende para que me lleve a la casa. Este peso no lo aguanto más”, dice mientras se seca el sudor de la cara con la manga de un blazer negro que lleva puesto.
Cuando enciende la pantalla de su teléfono inteligente, se da cuenta de que no tiene señal porque el indicador de la recepción marca una “X” roja y las llamadas se redireccionan solas. Emite un profundo suspiro, saca el forro del aparato electrónico, le quita la pila y se la vuelve a colocar.
Cuando el dispositivo se reinicia, todo sigue igual. La equis roja no se quita y el reloj ya marca las 9:00 pm. El desespero se apodera de ella y empieza a llamar con la esperanza de hablar con su esposo. “Mija, deme un chance que voy a pararme en otro lado a ver si este aparato coge señal”, le dice a una muchacha como de 20 años que tenía un bolso negro.
Como si se tratara de un juego, la señora se desplaza de un lado a otro por toda la entrada del popular parque caraqueño para ver si su teléfono toma algo de señal. “Esto no puede ser, seguro ya se fue y no me pude comunicar con él”, expresa mientras sigue en el intento de que su esposo conteste la llamada
Pasan aproximadamente 30 minutos cuando por fin logra tener un mínimo de señal y marca rápidamente el número de su pareja para preguntarle la ubicación. “¡Aló! ¿José? ¡Aló! ¿Me oyes? ¿Estás en Caracas? ¡Aló! Se cayó”, dice mientras chista los dientes. No le queda de otra que esperar hasta las 10:00 de la noche para que un autobús llegue y pueda irse a Guatire. Ya le duele la espalda y no quiere saber nada de las dos bolsas de comida que cargaba.
Cuando llega la anhelada unidad de transporte, paga 5.000 bolívares de pasaje y toma uno de los primeros puestos. El autobús se llena y arranca a la popular ciudad dormitorio perteneciente al estado Miranda.
Cuando el autobús llega a la Autopista Gran Mariscal de Ayacucho (GMA), nota que su celular no para de sonar. Lo saca rápidamente de la cartera y se percata de que era su esposo quien la estaba llamando. “¿Dónde estás?”, pregunta el hombre. “Ay, ya yo bajé. Te llamaba y nada, imposible comunicarse con este perol”, responde ella. “Te iba a decir que estaba bajando para Guatire y nos viniésemos juntos, pero bueno, que llegues rápido”, indica el hombre. “Ni modo, ya tomé el autobús y pagué 5.000 bolos”, insiste la mujer.
“Todo por culpa de estas líneas que no sirven, uno paga esos planes caros para nada. Nunca me pude comunicar con mi esposo y ahora tengo que cargar este bolsero encima”, lamenta mientras respira profundo.
Un simple error de comunicación entre una pareja refleja la compleja situación que viven los servicios de telefonía, internet y mensajería de texto en el país, englobados dentro de un sector económico que lleva por nombre telecomunicaciones.
Congelamiento de tarifas empeoran el servicio
Uno de los problemas que tiene el sector de telecomunicaciones en el país es que la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), ente regulador de estos servicios en Venezuela, se encarga de regular las tarifas para cada plan de datos, mensajes y llamadas. Esto trae como consecuencia que lo que se cobre no sea acorde a las necesidades de las empresas ligadas a este sector.
El economista y consultor de empresas Henkel García dijo a El Nacional Web que las compañías de las telecomunicaciones tienen un acceso limitado a las divisas por el control de cambio vigente en el país desde 2003. Lo que cobran solo alcanza para cubrir la nómina de los trabajadores, por lo que se deja por fuera la inversión en productos tecnológicos.
“Parte de estos servicios telefónicos que son de tecnología de punta se consiguen en dólares y el sistema de Divisas Complementarias (Dicom) solo ha subastado 15 millones cuando, por ejemplo, al sector agroalimentario le han dado 148 millones. La consecuencia inmediata de esto es que no se invierte lo necesario y el servicio falla”, dijo.
García manifestó que en cualquier país del mundo un servicio de telefonía celular cuesta entre 20 y 60 dólares, por lo que la gente en Venezuela está pagando un precio muchas veces misérrimo en comparación con otras naciones.
“Por la inflación, los precios han aumentado desde septiembre de 2015 a septiembre de este año 54 veces y los salarios 28 veces. Los precios en el sector comunicaciones solo han tenido un incremento de 1,75 veces. Es decir, en dos años, los aumentos han sido pocos y ese rezago al final nos afecta a todos porque las comunicaciones están ligadas a la actividad productiva, uno de los sectores más importantes del país”, agregó.
El economista también expresó que hubo un proceso de democratización que se dio en varios países de Latinoamérica. Venezuela no fue la excepción porque formó parte de él entre 2004 y 2012. Desde ese año, con el comienzo de la crisis económica, el sector comenzó a sentir la escasez de divisas y el rezago en materia de estructuras de costos y precios fue cada vez mayor, lo que trajo como consecuencia el deterioro de los servicios y la posterior restricción en los planes de datos.
De acuerdo con cifras del segundo trimestre de 2017 ofrecidas por Conatel, el sector telecomunicaciones tuvo un incremento de sus ganancias en 252,13% al pasar de 49.304.689.333 a 240.294.409.529 millardos de bolívares. De ese total de ingresos en el, 54,19% pertenece a la telefonía móvil y 7,81% a Internet.
La escasez de divisas no es el único problema en este sector. El presidente de la Cámara de Empresas de Servicios de Telecomunicaciones (Casetel), Ricardo Martínez, dijo que el hurto de antenas, fibra óptica y cableado telefónico empeora la situación porque esos equipos que son robados no se pueden reponer por los elevados precios en dólares, situación que pone a las empresas en jaque debido a que el control de cambio no les permite comprar las divisas necesarias.
“Muchas veces pasa que una zona del país se queda hasta dos o tres semanas sin servicio de telefonía o datos móviles. A pesar de que las empresas buscan de resolver con prontitud los inconvenientes, muchas veces deben esperar conseguir los materiales que necesitan”, indicó.
Conatel mostró en su informe que en Venezuela hay 83 líneas activas por cada 100 habitantes. Sin embargo, la penetración de suscriptores ha descendido de 92,04% en el primer trimestre de 2016 a 82,70% en el tercer segundo trimestre de 2017.
Martínez advierte que si la situación de los robos y la escasez de divisas no se resuelven pronto, lo que puede ocurrir es un embotellamiento de los datos que traerá como consecuencia lentitud en los servicios y caídas en las llamadas telefónicas.
El colapso puede llegar en cualquier momento
Una de las consecuencias a largo plazo de no invertir para cubrir la demanda de datos y reponer equipos robados en distintos estados del país puede ser el colapso de los servicios de comunicaciones, al punto de que las empresas no podrían mantener el servicio de manera estable y algunos sectores del país quedarían incomunicados.
Sin embargo, en este aspecto, hay opiniones encontradas entre los dos expertos. El economista Henkel García manifestó que la no aplicación de correcciones en el control de cambio por parte del gobierno puede llevar a la inviabilidad financiera de las empresas que, en muchos casos, no quieren abandonar el país por la plataforma tecnológica que ya tienen instaurada.
El consultor de empresas también manifestó que se debe migrar a un modelo donde las empresas cobren lo que realmente valen los planes de datos como ocurre en el resto de los países. “Hasta que no haya un cambio real en el aspecto económico, no podremos hablar de cambios en el área de telecomunicaciones”, indicó.
Por su parte, el presidente de Casetel indicó que una alternativa puede ser la eliminación del control de cambio pero, por el momento, las subastas a través del Sistema de Divisas Complementarias (Dicom) al sector de telecomunicaciones deben ser por montos mucho más elevados para dar oxígeno a las empresas y resolver algunas de las fallas que presentan.
Otra de las propuestas de Martínez es que los usuarios usen de forma consciente las herramientas móviles y que el gobierno, a través de Conatel, no espere dos años para reajustar de nuevo las tarifas sino hacerlo, por ejemplo, cada dos meses.
“No podemos hablar de colapso porque las empresas de telecomunicaciones están comprometidas con el país y están perfectamente claras de que son un pilar fundamental en los procesos productivos de Venezuela, pero tampoco podemos dejar de lado que se necesitan recursos para que esas estructuras tecnológicas funcionen”, sentenció.