La recién nombrada primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, la jefa de gobierno más joven del mundo, ha propuesto un nuevo modelo de jornada laboral para el país basado en una semana laboral de cuatro días y seis horas de trabajo diario. Sería el primer país en adoptar una medida de tal calado en la conciliación.
«Las personas merecen pasar más tiempo con sus familias, seres queridos, pasatiempos y otros aspectos de la vida, como la cultura. Este podría ser el siguiente paso para la vida laboral», ha explicado Marin.
Finlandia destaca por estar a la vanguardia en lo que refiere a la flexibilización de los horarios de trabajo y durante décadas ha estado experimentando cambios. En 1996 implementó el Pacto de Horas de Trabajo, una ley que otorga a la mayoría de los empleados el derecho de ajustar sus horas de trabajo en función de sus necesidades con un margen de tres horas, acortando o ampliando la jornada. Y el teletrabajo es una realidad para la mayoría de empresas finlandesas.
Pero Marin quiere ir más allá con una semana laboral de cuatro días y seis horas diarias, lo que supondría reducir las horas semanales de trabajo a 24 horas, lejos del límite legal del marco jurídico de la Unión Europea, que establece que no se puede trabajar más de 48 horas a la semana. La ambiciosa medida finlandesa también superaría a su entorno: Suecia, Dinamarca y Noruega, en la que la semana laboral se sitúa sobre las 35 horas.
La primera ministra, de 34 años, pertenece al Partido Socialdemócrata de Finlandia y lidera una coalición de centro-izquierda de cinco partidos, compuesto exclusivamente por mujeres y se ha comprometido en avanzar en la agenda social, especialmente, en materia laboral.
Los detalles específicos de la propuesta de Marin aún no se han anunciado, pero no es la primera vez que se intenta. Suecia puso en práctica un experimento para reducir la jornada laboral de ocho a seis horas, durante dos años en una residencia de ancianos en Gotemburgo, manteniendo el sueldo a los empleados.
El estudio ofreció resultados muy positivos. Se redujeron las bajas y mejoró la productividad por trabajador. Pero la medida no se expandió a otros centros de trabajo por el incremento de los costes. Se tuvo que incrementar la plantilla para cubrir las horas no trabajadas.
El último país europeo en reducir la jornada laboral fue Francia en el 2000, cuando recortó las horas de trabajo de 39 horas a 35 horas. También hay empresas que han puesto en práctica la rebaja de horas de trabajo. Microsoft Japón puso a prueba la semana laboral de cuatro días, con un aumento de la productividad del 40%.