La inédita crisis económica que padece Venezuela, no se va a solucionar si no se reestablece la industria petrolera; la economía de este país, depende, hoy mas que nunca, de las divisas provenientes de las exportaciones del crudo.
En 1999, cuando el Chavismo llegó al poder, PDVSA estaba entre las empresas de mayor prestigio mundial, con unos niveles de producción estimados en 3 millones de barriles diarios, hoy no supera los 600.000 barriles, es decir, se trata de una empresa prácticamente quebrada.
Tarek El Aissami, ministro de Petróleo ha dicho que PDVSA produjo en 2020 unos 400.000 barriles diarios, o sea una producción que coincide con la de los años 30. El alto funcionario también ha prometido elevar la producción a 1,5 mbd para finales de este año, es decir, la mitad de lo que el país producía, cuando llegó Chávez al poder.
El gobierno ha reconocido casos de corrupción, pero expertos del sector señalan la mala gestión de una empresa que Chávez usó, sin ningún tipo de auditoría, para desarrollar sus programas sociales y financiar sus alianzas internacionales, cuando el barril venezolano superaba los US$100.
Según los expertos del área, para recuperar la producción de 1999, la estatal petrolera depende de altas inversiones que superan los $25.000 millones. A juicio del economista, José Toro Hardy, por ejemplo, a Venezuela le quedan menos de 20 años para realizar inversiones y recuperar la industria de los hidrocarburos, porque todavía quedan inmensas reservas de crudo, a pesar del deterioro de las refinerías venezolanas, causado entre otros males, por la falta de mantenimiento y de inversión.
El experto alerta además que Venezuela debe aprovechar estas dos décadas petroleras, porque en 2040 se iniciará en el mundo un “desplazamiento progresivo del petróleo por otros agentes menos contaminantes”.
Un informe del Instituto Baker de la Universidad William Marsh Rice, en Houston (Texas), dice que Venezuela podría aumentar su producción hasta alrededor de 1 millón de barriles diarios, a corto plazo y recuperar un nivel de 2,5 a 3 millones en una década, pero es necesario considerar la deuda pública venezolana, estimada alrededor de los US$140.000 millones y también que PDVSA dejó de asumir sus obligaciones legales con sus acreedores desde el año 2017 cuando fue declarada en default.
Todo esto significa que la inversión difícilmente podrá venir de la misma PDVSA o del Estado, Venezuela dependerá sólo de su capacidad para atraer inversión foránea, lo cual pasa por darle confianza y seguridad jurídica a los inversionistas extranjeros.
El gobierno tiene el reto de seducir al capital privado y de mitigar los efectos de las sanciones de Estados Unidos. Por ejemplo, China, Rusia e Irán, podrían auxiliarle como aliados, para impulsar el sector energético venezolano, es más, la llamada Ley Antibloqueo aprobada en 2020, permite la apertura del mercado petrolero y ello también debería significar otra ruta positiva en la recuperación de PDVSA. (Canada pharmacy)
Fuente: Banca y Negocios