“Hasta la fecha, no hemos visto fraude a una escala que hubiese podido afectar y dar lugar a un resultado diferente en la elección”, dijo Barr en declaraciones a la agencia Associated Press.
Trump agitó el fantasma del fraude durante toda la campaña, alegando que el aluvión de voto por correo y anticipado, que las autoridades de muchos Estados estaban facilitando por la pandemia, eran campo abonado para las irregularidades. Cuando Biden fue declarado vencedor, un equipo legal liderado por Rudy Giuliani, asesor personal de Trump y exalcalde de Nueva York, lanzó pleitos en todos los Estados clave en la derrota. (Alprazolam) Las teorías conspirativas alcanzaron grados insólitos. Giuliani y el abogado Sidney Powell llegaron a decir que había servidores alemanes con información de votantes estadounidenses y un software creado en Venezuela “bajo la dirección de Hugo Chávez”, muerto en 2013.
“Hay una tendencia creciente a usar el sistema de justicia penal como si sirviese para solucionar todo y, cuando a la gente no le gusta algo, quieren que el Departamento de Justicia investigue”, abundó el fiscal general en sus declaraciones, desmarcándose por completo de Trump. “La mayor parte de denuncias de fraude se refieren a unos casos y personas concretas, no hay acusaciones generalizadas, y esas se están viniendo abajo”, recalcó.
Poco después de hacerse públicas las declaraciones, el fiscal general acudió a la Casa Blanca a una reunión. Los abogados del presidente replicaron que el Departamento de Justicia no había investigado realmente.
Trump ha captado unos 170 millones de dólares desde el 3 de noviembre, según varios medios estadounidenses, gracias a donaciones solicitadas para financiar la infructuosa batalla legal, pero que también están engrosando un fondo para sus actividades pospresidenciales.
Fuente: El Universal