Un derrumbe histórico del petróleo nubla el panorama para los países latinoamericanos con finanzas dependientes del hidrocarburo, justo cuando la pandemia de COVID-19 exige inversiones públicas extraordinarias para atenuar la parálisis económica.
Países como Venezuela, Ecuador o México, ya agobiados por la expectativa de severas contracciones económicas, deberán adaptarse ahora a rentas petroleras que podrían quedar debajo de sus cálculos presupuestales, cuando los recursos son más urgentes.
«Con el petróleo a la baja se reduce el margen de maniobra» para actuar contra la pandemia, dice Andrés Abadía, economista de la consultora Pantheon Macroeconomics.
Venezuela, el país más dependiente del crudo, será por lejos el más golpeado, dado el estado calamitoso que su economía ya padecía antes de la aparición del coronavirus, anota el experto.
Aun cuando sus costos de producción de crudo son relativamente bajos, en torno a 15 dólares por barril, los precios actuales «van a ser una gran estocada a su industria convaleciente», afirma Abadía.
El FMI pronosticó la semana pasada un derrumbe del 15% para la economía venezolana en 2020.
Para Ecuador, donde la pandemia ha alcanzado cotas trágicas, con millares de muertos y morgues colapsadas, el derrumbe de precios representa un «golpe durísimo», según el presidente Lenín Moreno.
El petróleo es la principal exportación del país cuya deuda externa asciende a 65.000 millones de dólares, más del 50% del PIB nacional, y que aplazó en marzo pasado pagos a sus acreedores y el FMI.
«El país tendrá dificultades para implementar un paquete de estímulo similar a sus vecinos, ya que su acuerdo con el FMI pide cierta austeridad», explica Abadía.
Según el Fondo Monetario, el PIB ecuatoriano caería este año 6,3%.
– Pemex, talón de Aquiles de México –
En México, la segunda mayor economía de la región, más diversificada y solvente que Venezuela o Ecuador, la principal vulnerabilidad tiene nombre propio: Petróleos Mexicanos (Pemex).
El derrumbe de los precios es un mazazo para la empresa estatal cuya deuda rebasa los 100.000 millones de dólares, mientras batalla por revivir su menguante producción que cayó a la mitad con respecto a 2004.
El gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador congeló una apertura del sector a la inversión privada, que había empezado en 2013, reduciendo las opciones de capital fresco para Pemex.
Su estrés financiero quedó expuesto la semana pasada cuando las calificadoras Fitch y Moody’s rebajaron su deuda a grado especulativo, luego de que la nota crediticia de México también fuera reducida por ambas agencias, además de S&P, previendo el impacto de la COVID-19.
Las exportaciones petroleras representan alrededor de 18% de los ingresos presupuestales de México y apretarán las cuentas junto a la menor recaudación tributaria por la contracción económica.
El gobierno espera una caída del PIB de hasta 4% este año, pero analistas privados apuntan a desplomes de hasta 9%.
México enfrenta «un escenario de insuficiencia presupuestal para el año. Estructuralmente, es un problema muy complicado para las finanzas públicas», dijo Gonzalo Monroy, experto de la consultora en energía GMEC.
El as bajo la manga de México es la contratación de coberturas petroleras, una política estatal instaurada en 2001 que asegura al gobierno recibir los 49 dólares por barril que calculó para 2020 y que, según expertos, cubriría el faltante del presupuesto por este concepto.
Pero «las coberturas son pagaderas en la semana final de octubre o la primera de noviembre, así que eso te deja expuesto» durante seis meses, aclara Monroy.
– «El problema número uno» de Colombia –
En Colombia, una vez que se disipe la crisis sanitaria, el petróleo se convertirá en «el problema número uno del país», en opinión del exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas (2012-2018).
El golpe al presupuesto, que contaba con un barril en 60,5 dólares y donde la renta petrolera representó 9,3% de los ingresos de 2019, se sentirá el próximo año cuando las empresas del sector paguen los impuestos de este aciago 2020.
Para Francisco José Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo, el país precisa «un Brent entre 40 y 45 dólares» para que el negocio sea rentable y no decaiga la inversión en exploración y producción.
Unas 50.000 personas dependen de esta industria en Colombia, según el experto.
En Brasil, la mayor economía latinomericana, el presupuesto 2020 se elaboró con una expectativa de 58,96 dólares por barril de Brent. Las consecuencias de la debacle son diversas.
El impacto en los ingresos fiscales se anticipa brutal, no solo por la caída en impuestos, sino también por la suspensión de las subastas de campos de hidrocarburos previstas para este año y las regalías que dejarán de recibir los estados productores, empezando por Río de Janeiro.
Las acciones de la estatal Petrobras han caído casi 50% este año.
Fuente: Banca y Negocios