Los nuevos billetes aún no circulan de manera visible en las principales ciudades del país y más bien se han visto de manera excepcional en muy pocas manos; sin embargo, los comerciantes no los esperan con especial interés, debido a que la apuesta por los medios de pago eléctrónicos está ganando espacio, a pesar de los problemas de conectividad y suministro irregular de puntos de venta, tanto de la banca como de empresas privadas.
David Solano administra un supermercado ubicado en la zona de Chacao. El local está reducido a un tercio de su capacidad y solo funciona una nevera para bebidas. Prácticamente ya no quedan productos congelados. También tuvo que reducir el área de vegetales, frutas y verduras, mientras la zona de carnicería está cerrada.
Solano señala que sus ventas han caído en 80% en lo que va de año. Reconoce que la reducción del consumo se ha acelerado desde diciembre. «Y esta era una zona buena. Imagínese lo que debe estar pasando en los comercios de otras zonas donde hay más pobreza».
El comerciante admite que la situación no le sorprende. «Yo tengo más de un año cerrando espacios aquí. El área de charcutería ahora solo vende quesos, y realmente no quesos, sino queso blanco», afirma.
Sobre los nuevos billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares que ha emitido el Banco Central de Venezuela para ampliar el cono monetario, dice que aún no los ha visto (la entrevista se realizó este jueves 18 de junio en horas de la mañana). «La verdad es que no sé para qué sirven. Lo que deberían es facilitar la compra de puntos de venta. Los billetes se desvalorizan rapidito», apunta.
– Se alquilan puntos –
Gladys Orellana atiende una peluquería. En otra época tenía cuatro estaciones de trabajo activas, ahora solo tiene dos. Funciona con dos puntos de venta «para tener respaldo». Indica que los precios no permiten suponer que los nuevos billetes van a servir por mucho tiempo. «Los bancos no están dando suficiente efectivo, y no creo que ahora lo hagan con estos nuevos billetes».
Orellana tuvo que hacer un acuerdo con los propietarios de un restaurante vecino para usar su punto de venta cuando ella no tenía uno propio. Cedía 15% de su ingreso mensual, pero «de otra forma perdía la mayoría de los clientes».
Carlos Rodríguez administra un estacionamiento cerca de la Avenida Francisco de Miranda. Dice que el establecimiento ya no abre 24 horas, sino que funciona hasta las 10 de la noche. No tiene tarjetas para puestos fijos, porque son costosas y escasas, por lo que maneja una lista de clientes fijos que le pagan por transferencia bancaria.
«Yo espero que esos billetes nuevos circulen de verdad, porque me resuelven un problema. Tengo un solo punto, porque son costosos. Ahora son más fáciles de conseguir, porque hay empresas que los venden, pero si la gente puede pagar en efectivo es mucho mejor. Cuando se me daña el punto es un rollo, porque la gente quiere pagar por transferencia, porque no hay efectivo suficiente», afirma Rodríguez.
Manuel Rosas tiene una cafetería en el área de Los Palos Grandes. Dice que tuvo que «meterle coco» a la oferta para poder subsistir. En un área de clase media dice que sus ingresos han caído en más de 60% -calcula al vuelo- en cosa de menos de un año. «Este año es terrible de verdad. La gente ya no come. Vendo la mitad de todo».
La cafetería vende empanadas y pastelitos, aparte de sandwichs. «Estoy pensando quedarme solo con las empanadas y los pastelitos, los sandwichs salen poco. La gente los encuentra caros». El café aumentó de precio casi todos los meses durante el año pasado, pero ahora toca hacer recortes, como limitar la venta de la bebida en vasos plásticos o el uso de removedores. «Hemos retrocedido como 30 años», dice cuando analiza el servicio.
Considera que los nuevos billetes van a resolver por poco tiempo. «Le quitan ceros a la moneda y después la inflación se los vuelve a poner», dice en tono jocoso el pequeño empresario, que ahora solo tiene dos empleados. «Lo demás es familia», indica.
– Si la inflación sigue creciendo…-
Manuel -no quiso dar más señas- es socio en la propiedad de un puesto de verduras en el Mercado Municipal de Chacao. De entrada afirma que «la gente cree que todo aquí es muy caro, pero la gran parte de la ganancia no la hacemos nosotros, la hacen los distribuidores y mayoristas. Trabajar en este mercado es costoso», enfatiza.
En su negocio hay disponible un punto de venta, «que cuidamos como oro, porque nos costó conseguirlo, pero nos libramos del pocote de billetes que había que recibirle a la gente por cualquier compra. El punto es mucho mejor», sostiene.
«Los nuevos billetes resolverán por un tiempo, si es que se consiguen. Aquí la gente gasta un promedio de entre 30.000 y 60.000 bolívares cuando hace compras semanales o quincenales. Hasta ahora, eso no se podía cobrar en efectivo, porque los clientes no tenían los billetes, además de que era un problema manejar tanto papel, así que dependemos del punto de venta y no creo que eso cambie», dice el comerciante.
Ahora, con los nuevos billetes Manuel espera más clientes, pero coincide con el resto de sus colegas: «si la inflación sigue subiendo, en seis meses vamos a estar necesitando, no sé, un billete de 100.000».