Hay signos de ruptura del mecanismo anti frágil de la gobernanza populista en Venezuela, en la que se observa una mayor velocidad de cambio en lo económico que en lo político.
La emisión irresponsable de dinero se ha reducido de manera continua este año 2019, observada a través de la desaceleración del crecimiento mensual de la liquidez monetaria, que en enero aumentó 124,7%; en febrero, 110,1%; en marzo, 54,2%; abril, 44,5% y en mayo, 17,1%.
En relación con este comportamiento de la liquidez, hay que decir que su fundamento principal está en la decisión del ajuste severo en la política del encaje legal, lo que genera limitadas posibilidades a la banca para expandir su cartera de créditos.
En consecuencia, se reduce el impacto que se deriva del efecto multiplicador monetario en niveles de 1,1, es decir, la banca solo aprovecha el 10% de todos los depósitos que recibe, porque el resto va a encaje legal y queda inmovilizado. Esta situación ha limitado de manera importante el ritmo de crecimiento de la liquidez por la vía de restringir la expansión del crédito.
Igualmente observamos la disminución de forma relevante en la periodicidad y velocidad con la cual presiona el gasto público a la liquidez monetaria, tanto a través del salario como de las asignaciones directas.
Como evidencia, se puede señalar que el año pasado el gobierno estaba realizando ajustes de salario mínimo cada dos o tres meses, mientras que este año, en cinco meses, ha realizado dos ajustes salariales, y el de abril estuvo muy por debajo a lo esperado. Por otro lado, al mes de mayo del año pasado se habían entregado nueve «bonos protectores», mientras este año se acumulan seis.
A la par de este comportamiento, y de manera similar, observamos como se ha reducido la inflación, que en enero de este año llegó a 191,6%; en febrero a 53,7%; en marzo a 18,1%; en abril volvió a subir a 44,7%, pero en mayo retomó su tendencia de contención del crecimiento, con 31,2%.