El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se apresta a concretar en las urnas el domingo su Asamblea Constituyente, vital para seguir en el poder, pese a las sanciones estadounidenses y una huelga que aumentó a 106 los muertos en cuatro meses de protestas.
Zonas de Caracas y de otras ciudades amanecieron este jueves desoladas, con escombros y barricadas en algunas calles, en el segundo día de una huelga de 48 horas, tras una primera jornada con tres fallecidos en fuertes disturbios entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes.
Según la oposición, el paro fue acatado en 92% el miércoles, aunque el gobierno dice que fracasó pues la estratégica industria petrolera funcionó normalmente.
Sin ceder terreno, Maduro convocó a sus seguidores este jueves al cierre de campaña por la Constituyente, defendida con vigor por los personajes clave de esa elección tras conocerse las sanciones del gobierno de Donald Trump contra 13 funcionarios venezolanos por “minar la democracia” y “responsabilidad” en actos de violencia o corrupción.
Los sancionados, entre ellos la presidenta del poder electyoral, Tibisay Lucena, el defensor del pueblo, Tarek William Saab, y los ministros Elías Jaua y Néstor Reverol, fueron condecorados la noche del miércoles por Maduro, que entregó a cada uno una réplica de la espada del Libertados Simón Bolívar.
“Garantizamos el 30 de julio la voz a todos los venezolanas y venezolanas (en la elección). Si me sancionan por eso, bienvenida esa y todas las sanciones que puedan venir”, expresó Lucena en ese acto. “¡Seguimos firmes y jamás nos arrodillaremos!”, remató Maduro.
El presidente llamó a votar masivamente en la elección de los 545 asambleístas que reformarán la Carta Magna y regirán el país por tiempo indefinido con facultades absolutas.
La Constituyente echó leña al fuego en un país polarizado y sumido, pese a su riqueza petrolera, en una profunda crisis económica, donde la comida y las medicinas escasean, los precios suben todas las semanas y el salario no alcanza para nada.
“¿UNA EXPLOSIÓN SOCIAL”
En un ultimátum para que Maduro suspenda la elección, la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) convocó para el viernes una gran marcha en Caracas y amenazó con “boicotear” la votación.
“Que el pueblo venezolano siga expresando su voz en estas horas decisivas. ¿Qué pasa si se impone la Constituyente? Se va a agravar la crisis. ¿A dónde quiere Maduro llevar al país? ¿A una explosión social?”, lanzó el líder opositor Henrique Capriles.
La oposición asegura que con la Constituyente Maduro, cuya gestión es rechazada por 80% de los venezolanos según la firma Datanálisis, busca perpetuar al chavismo en el poder e instalar un sistema comunista.
“Esta es la carta definitiva, de todo o nada, de un gobierno que para mantenerse en el poder necesita suspender la democracia”, aseguró a la AFP la analista Colette Capriles.
La oposición decidió no participar en la Constituyente, alegando que no fue convocada en referendo y que el sistema comicial fue diseñado para que el gobierno la controle y haga una Carta Magna a su medida.
Con ese poder, podrá incluso eliminar el Parlamento de mayoría opositora y a una Fiscalía rebelde, han amenazado dirigentes del gobierno.
Será un “cheque en blanco”, advirtió la fiscal general, Luisa Ortega, veterana chavista que rompió con Maduro, al llamar a los venezolanos a hacer todo para detenerla.
En reiteradas ocasiones, la oposición ha pedido a la Fuerza Armada, a la que Maduro dio enorme poder político y económico, a no ser “cómplice” del “aniquilamiento de la democracia”, según dijo el miércoles el líder opositor Leopoldo López, bajo arresto domiciliario.
“JAMÁS NOS ARRODILLAREMOS”
Maduro, exchofer de autobús de 54 años, quien sustituyó al fallecido presidente socialista Hugo Chávez (1999-2013), acusa a sus adversarios de promover la violencia para darle un golpe de Estado con apoyo de Estados Unidos.
Pero no solo Estados Unidos ha presionado para frenar la Constituyente. Gobiernos de Latinoamérica y Europa han expresado preocupación por un agravamiento de la crisis y de la violencia.
Según analistas, tanto el rechazo interno como externo afectan la legitimidad de la Constituyente, por lo que el gobierno busca evitar una alta abstención, tras los 7,6 millones de votos que la MUD asegura obtuvo en el plebiscito simbólico que hizo el 16 de julio contra esa iniciativa.
Pero pese a las presiones internas y externas, Maduro repite una y otra vez que la Constituyente va “llueva, truene o relampaguee”, para traer paz y bonanza económica al país.