El término “colapso eléctrico” ha ganado espacios en la cotidianidad del venezolano. Tanto como el de escasez de agua, alimentos, medicinas.
En el Metro, en los autobuses, en las casas y trabajos, la gente habla del colapso eléctrico. El gobierno, a la par, recuerda que Venezuela es una potencia energética.
Según la Real Academia Española (RAE) la definición de colapso tiene dos acepciones: “paralización o disminución importante del ritmo de una actividad” y, “destrucción o ruina de un sistema, institución o estructura”.
En un informe sustanciado por un equipo multidisciplinario de ingenieros, y entregado a la Comisión de Servicios de la Asamblea Nacional (AN) para ser debatido e incluido en el Plan País, se advierte en forma reiterada, que el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) “está en fase de colapso”, tras repasar los distintos eventos críticos del sector previos a este 7 de marzo, fecha del primer apagón que dejó sin servicio eléctrico a la casi totalidad del país durante el mayor tiempo continuo que se recuerde en la historia reciente.
Señala el documento, elaborado por los ingenieros Juvencio Molina, coordinador, Winston Cabas, presidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Eléctricos, Mecánicos y Profesiones Afines (Aviem), directivos del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), que a mes y medio de iniciada una nueva edición del Programa de Administración de Cargas (PAC) a escala nacional, exceptuando a Caracas y Vargas, “el racionamiento eléctrico se mantiene en los mismos términos en los cuales fue decretado, tomando ya una condición de permanencia”.
Actualmente la contingencia eléctrica “sigue sin ser superada y el racionamiento aplicado a las diversas regiones del país, especialmente en eccidente (Estado Zulia) y sur-occidente (Táchira, Mérida, Trujillo, Barinas, Portuguesa y Alto Apure) supera diariamente lapsos de 16 – 18 horas, llegando en algunos casos alcanzar las 22 horas”.
Potencia insuficiente
Sostienen los especialistas que el “muy grave racionamiento eléctrico de hoy es consecuencia de los apagones de marzo, así como también de una presunta impericia operacional en las labores de reactivación del sistema. Esa combinación produjo una severa afectación y daños en equipos troncales principales de transformación en el patio de Guri B (Enlace de sistemas de 765 a 400 KV) a lo cual se sumó la indisponibilidad del 73% de la generación hidroeléctrica y del 88 % de la termoeléctrica, impidiéndose así, disponer de la suficiente potencia eléctrica para cubrir la demanda actual y por descontado, la demanda futura. Es decir la crisis ahora tiene visos de emergencia porque el sistema está en fase de colapso”.
El documento revela para principios de mayo, una indisponibilidad de 88 % del parque termoeléctrico y del 61% del hidroeléctrico. Y puntualiza además que “de los aproximadamente 34.165 megavatios (MW) de generación instalados a nivel nacional, el SEN dispone de una capacidad operativa para servir el 66% de la demanda histórica requerida lo cual se traduce, en cubrir apenas 8.565 MW de una demanda aproximada de 13.000 MW. Se mantiene una demanda no servida permanente (racionamiento) a nivel nacional en un rango del 34 al 40% de la demanda; es decir; la condición de deterioro del sistema obliga a racionar un rango estimado de demanda de 4400 a 5200 MW
En tres tiempos
Sugiere el estudio a los fines de superar el “actual colapso operacional del SEN y al mismo tiempo, disponer de la suficiente potencia eléctrica que permita afrontar el crecimiento de la demanda esperada en el corto, mediano y largo plazo es necesario actuar de forma inmediata en la rehabilitación de los parques de generación hidráulica y termoeléctrica”.
En la fase de emergencia, para cubrir el actual déficit y suspender la situación de racionamiento en el menor lapso posible, urge aportar no menos de 4.500 MW de capacidad de generación en un período no mayor de 90 semanas (18 meses) con el objetivo de lograr equilibrar la potencia de generación y la demanda eléctrica en torno a los 13000 MW, apunta el texto.
Añade la propuesta que luego de superada la emergencia y para afrontar un esperado escenario de alto crecimiento de la demanda eléctrica, “producto de la reactivación económica originado por un cambio de gobierno, es imperativo continuar actuando de manera acelerada en la intervención y adecuación del sistema”.