Se podrá decir que la inflación de 2020 fue inferior a las 2019; sin embargo, eso no significa que el año que recién termina fue un tiempo de alivio o de relativa recuperación, pues los precios siguieron subiendo de manera alarmante e incontenible, mientras la evolución de los salarios mantuvo en creciente rezago.
De acuerdo con la data que muestra la evolución de la canasta alimentaria, medida por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) de la Asamblea Nacional, entre enero y diciembre del año pasado esta cesta subió 1.594,72%, al pasar de 16.117.209,05 a 273.142.565,33 bolívares.
Al cierre del primer semestre, el aumento fue de 194,64%, pero en la segunda mitad de 2020 se produjo una aceleración impresionante que llevó la variación a 413,70%.
Los meses con escaladas más agudas fueron abril (69,73%), diciembre (65,95%), noviembre (47,87%), octubre (31,55%) y agosto (27,34%). En un solo mes la cesta aumentó menos de 10% frente al período inmediatamente anterior: marzo (7,54%).
Este indicador es absolutamente irrelevante para la mayor parte del sector privado, pero es determinante para 2.800.000 empleados públicos cuyos ingresos se establecen en una escala que usa como referente al salario mínimo y para un número que se estima en 4.700.000 pensionados, quienes tienen un salario mínimo mensual como ingreso básico.
En enero, un salario mínimo integral de 450.000 bolívares pudo comprar el equivalente a 2,79% de la canasta alimentaria del OVF, mientras que en diciembre un ingreso básico integral de 2.400.000 bolívares permitió comprar solo 0,87% de la misma cesta.
– En dólares –
Expresada en divisas estadounidenses, la canasta alimentaria del OVF aumentó 13,31% entre enero y diciembre de 2020, al pasar de 217,72 a 246,69 dólares a la tasa de cambio oficial reportada por el Banco Central de Venezuela (BCV).
Las empresas privadas, al dolarizar parcial o totalmente, sus nóminas han hecho un esfuerzo por dotar a su fuerza laboral de una defensa frente a la hiperinflación galopante, aunque los ingresos promedio no cubran totalmente esta cesta básica.
En el caso de los trabajadores y pensionados que dependen del Estado, la erosión de la capacidad adquisitiva de los alimentos ha sido devastadora. El salario mínimo integral de enero fue equivalente a 6 dólares mensuales, o 2,75% de la canasta alimentaria, mientras que al cierre de diciembre esa remuneración fue de 2,17 dólares, o 1,11% de la misma cesta.
Todos los análisis y estudios disponibles sobre la realidad nutricional venezolana indican un deterioro histórico de la calidad y cantidad de la ingesta, en buena medida producto, también, de déficit superiores a 80% de la oferta proveniente de la producción interna de los principales alimentos de una dieta básica, así como de la brutal caída de poder adquisitivo.
Fuente: Banca y Negocios