Cuba está flexibilizando las restricciones a pequeñas empresas en momentos en que busca estimular una economía dominada por el Estado en medio del azote de la pandemia de COVID-19, la implosión de su aliado Venezuela y el reforzamiento de las sanciones que le aplica Estados Unidos.
La isla caribeña, dependiente de importaciones, se está reabriendo luego de controlar la propagación del nuevo coronavirus en la mayoría de las provincias y colocarlo bajo la lupa en La Habana.
El presidente Miguel Díaz-Canel, hablando a principios de este mes, dijo que Cuba enfrentaba una crisis internacional y que implementaría una serie de reformas para aumentar las exportaciones, reducir las importaciones y estimular la demanda interna.
Expertos proyectan que la economía local se contraerá este año poco menos del 10 por ciento, siguiendo la tendencia negativa de la región.
Las nuevas medidas incluyen más autonomía para empresas estatales, agricultores y gobiernos locales, así como la dolarización en algunos intercambios internos.
Díaz-Canel insistió en “el perfeccionamiento del trabajo del sector no estatal, con prioridad inmediata en la ampliación del trabajo por cuenta propia (y) de quitarle trabas”.
El sector no estatal, excluyendo la agricultura, está integrado principalmente por pequeñas empresas privadas y cooperativas; sus empleados, artesanos, taxistas y comerciantes, todos bajo la rúbrica de trabajadores por cuenta propia. Según cifras oficiales, unos 600.000 estaban inscritos antes de que la pandemia dejara sin trabajo un estimado de un 40 por ciento vinculado al turismo y transporte público.
Fuente: Reuters