La ONU estima que la cuantiosa inversión que emprenderán los países de la región para reparar su economía y reducir impactos de futuras pandemias pos-COVID-19, debe ir de la mano de políticas públicas que integren el elemento ambiental, el desarrollo sostenible y la atención al problema global del cambio climático.
Así lo dijo en una entrevista con EFE el director regional del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el venezolano-trinitense, Leo Heileman, para quien el impacto de la pandemia del COVID llevaría incluso a dificultar que los países puedan cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La crisis del COVID también ha sacado a flote las tendencias de consumo y producción que afectan los ecosistemas, la naturaleza y los animales de los que dependen «a un nivel muy importante» los seres humanos «para la economía, el bienestar social, y para reducir el hambre y la pobreza», indicó Heileman.
El alto funcionario de la ONU afirmó que como resultado de la destrucción de estos hábitats es más difícil el futuro en términos económicos y sociales, porque «la gran parte de nuestras economías y de las medicinas que usamos dependen de esos ecosistemas».
Destacó que entonces el Covid «nos ha traído a la realidad de los vínculos entre los bosques, la biodiversidad, los animales, el impacto sobre nuestra salud», así como el «empeoramiento del sistema económico y el incremente del hambre».
Aseguró que conoce también que «la mayoría de países va a tener mucho más dificultad de alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) a costa de este COVID-19».
En ese sentido, Heileman dijo que «en el futuro se va a tener que hacer tanta inversión para recuperar la parte económica y la parte social, y la de seguridad alimentaria y la de reducir el hambre, (y nos) tenemos que tratar de asegurar que no se olvide el componente ambiental en términos de ese esfuerzo de reconstrucción».
«El COVID llega y nos muestra que estamos haciendo mal, no solo por la destrucción de esos hábitats y exponiéndonos más a esas enfermedades por la cercanía con esta vida silvestre. No estamos asegurando para el futuro de seguir gozando de los servicios que esos ecosistemas y hábitats nos proporcionan a nosotros», afirmó.
– Arranque de las economías y ambiente –
En términos específicos, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente considera que la recuperación pos-COVID-19 en América Latina y el Caribe, donde los países pasarán por una contracción económica tras haber afrontado la crisis sanitaria, deben integrar soluciones para el desarrollo sostenible y de cero emisiones.
De no integrarse estas soluciones a la crisis sanitaria, de acuerdo con el PNUMA, la recuperación y el arranque de las economías conducirá a esta región por un camino con efectos más graves que los del COVID-19.
Heileman recordó que en la experiencia registrada con otros tipos de impactos económicos en la región, se ha visto que después, aunque se hayan hecho ganancias en el periodo difícil, se regresa a la normalidad.
Es decir, agregó, «regresamos produciendo en la misma forma sin controlar las emisiones, sin hacer políticas nuevas en términos de reducir los impactos futuros».
Remarcó que no hay que olvidar para esas políticas que el cambio climático «es un problema global que nos está afectando y que va a tener consecuencias bien duras, y tenemos nos tenemos que asegurar que incluimos componentes para reducir y frenar el cambio climático y también para la protección de la biodiversidad».
«Hacer políticas que muestren claramente el vínculo entre nuestros deseos de seguridad alimentaria, nuestros deseos de reducir la pobreza y el vínculo entre los ecosistemas naturales que tenemos, porque cuando destruimos eso no vamos a poder continuar con la producción, porque no vamos a tener esos recursos» y los servicios que proporcionan los ecosistemas, expresó.
El jefe regional del PNUMA manifestó que este organismo está produciendo una serie de guías políticas para los Gobiernos de la región, con consejos y sugerencias a fin de que traten de ajustar sus tendencias de consumo y producción hacia una economía más verde, por la vía de utilizar tecnología que genere cero emisiones.
Una de estas guías es la de oportunidades para vincular los planes de recuperación pos-COVID-19 con soluciones climáticas integradas, que pasan principalmente por intensificar el despliegue de la energía renovable y la eficiencia energética; garantizar aire limpio y mejor salud con la movilidad eléctrica; y reducir de forma gradual subsidios a los combustibles fósiles y tasar las emisiones.
También incluye aumentar la resiliencia de los ecosistemas, la alimentación y los medios de vida rurales; y conseguir ciudades más resilientes.
«Creo que tenemos que tener la visión de qué queremos en el futuro: ¿Queremos ciudades con altos niveles de contaminación, o no?. ¿Tenemos tecnología que la pueden reducir?. Sí, tenemos tecnología que la pueden reducir», manifestó Heileman, aunque reconoció que hay un componente de la economía con tecnologías viejas «que no quiere el cambio y va a tener resistencia».
Fuente: Banca y Negocios