En una sesión abierta tipo cabildo, la Asamblea Nacional aprobó, este martes 23 de enero, el reingreso de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un polémico instrumento de defensa regional aprobado en 1947, cuyo objetivo es asegurar una acción colectiva de sus países signatarios, en caso de que algún estado miembro sea agredido militarmente por fuerzas extranjeras.
El TIAR o Tratado de Río es una reliquia de la Guerra Fría, y fue impulsado por Estados Unidos para evitar que la Unión Soviética intentara obtener una cabeza de puente en el continente americano, objetivo que logró con la revolución cubana en 1959.
Este tratado ha tenido históricamente muy mala prensa, en principio porque se considera un instrumento de intervención, suscrito en su mayoría por gobiernos latinoamericanos no democráticos, y luego porque su aplicación carece de protocolos claros y depende básicamente de la alineación de voluntades políticas.
Para ciertos sectores de la oposición esta decisión parlamentaria es un paso necesario para que se abra un camino a la acción de la comunidad internacional en Venezuela, con miras a enfrentar la crisis política y económica, así como la emergencia humanitaria compleja que padece el país; sin embargo, el presidente del parlamento, Juan Guaidó, dijo que la decisión no tiene el fin de provocar una confrontación.
En su informe político, luego de haber asumido las competencias del poder ejecutivo, el pasado 23 de enero, Guaidó dijo que en este tiempo se han acumulado fortalezas y consolidado una mayoría social que permitirá enfrentar el «tren de la dictadura», a la que solo le quedan el miedo y subsidios «miserables».
«Si lo quieren ver así, vamos a un choque de trenes», sentenció el dirigente, quien, aunque ha perdido popularidad, se mantiene como el líder de la oposición con un amplio respaldo. Manifestó que el cambio político ya no es una aspiración, sino una necesidad vista la destrucción del país en diversos ámbitos.
Guaidó señaló que durante 20 años se ha venido construyendo una mayoría, en medio de enormes dificultades, con aciertos y errores, que se deben reconocer; sin embargo, ya que ahora esa mayoría existe, el país no se debe rendir, ni se rinde. «Nadie puede derrotar a quien se niega a perder», subrayó.
Como logros concretos, Guaidó reivindicó actos «de gobierno» que han permitido rescatar activos de la República «de manos de la corrupción», incrementar la visibilidad internacional de la situación crítica que padece Venezuela, crear entidades exitosas, como las directivas ad hoc de Citgo y Pdvsa, que están logrando proteger activos estratégicos, iniciar los contactos con los acreedores internacionales y presentar una vía de refinanciamiento.
También señaló que su gestión ha trabajado en el aumento de la presión internacional, y anunció la próxima designación de un presidente de Citgo -una movida clave ahora que el gobierno de Nicolás Maduro está impugnando en un tribunal estadounidense la legalidad de los actos del presidente parlamentario- y a responsables por las áreas de alimentación y sanidad.
El mandatario interino destacó el rol desempeñado por el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en la alineación de la mayoría de los países de América Latina con la representación democrática legítima, presente en el parlamento electo en 2015.
A Dios rogando…
La aprobación parlamentaria del reingreso al TIAR es, de alguna manera, un golpe a la iniciativa de diálogo con mediación del reino de Noruega, ya que este es uno de los temas de mayor confrontación con la administración de Maduro, que acusa a la AN de propiciar una intervención militar extranjera en Venezuela.
Sin embargo, Guaidó ha sido claro en que se moverá en varios tableros, por lo que no renuncia a ninguna vía para provocar un cambio político. Mientras Maduro ve el diálogo como un proceso para conseguir un clima de convivencia que le permita seguir en el gobierno con menos trabas financieras en el frente externo, para el líder opositor es una oportunidad para lograr una salida pacífica y electoral a la dramática situación del país.
Ambas partes han dicho que seguirán participando en el diálogo con Noruega de árbitro, ya que para la mayoría de los analistas ese es el escenario más adecuado para encontrar una salida sin derramamiento de sangre y participación electoral; pero ni Maduro ni Guaidó tienen todos los huevos puestos en esa canasta.