El Mercosur celebrará esta semana su cumbre semestral en Argentina con una revitalizada agenda gracias al histórico acuerdo alcanzado en junio con la Unión Europea (UE), que llega como una bocanada de aire fresco ante la insatisfacción por los magros logros comerciales del bloque suramericano.
Las deliberaciones se llevarán a cabo en la ciudad de Santa Fe (unos 500 kilómetros al norte de Buenos Aires) y comenzarán este lunes con una reunión del Grupo Mercado Común (GMC), el órgano ejecutivo del bloque fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Ese encuentro servirá de preparación para la reunión que el martes tendrá el Consejo Mercado Común (CMC), integrado por los cancilleres y ministros de Economía y que adoptan por consenso sus decisiones.
Según adelantaron a Efe fuentes oficiales, el tratado de libre comercio anunciado el 28 de junio en Bruselas con la UE será uno de los temas principales de la cumbre, que reunirá el miércoles a los presidentes y otros altos representantes de los miembros del Mercosur, sus Estados asociados (Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam) y Bolivia, en proceso de adhesión plena.
El pacto con los europeos, que se negociaba desde hace 19 años, es el gran logro que el mandatario argentino, Mauricio Macri, presentará como saldo de su gestión al frente del Mercosur durante la primera mitad del año.
Hacía años que el bloque no sellaba un acuerdo comercial de peso y, en parte, este factor, sumado a lo engorroso y dilatado que resultó el proceso negociador con la UE, ha explicado la sensación de frustración que en el último tiempo evidenciaron los socios de la unión aduanera suramericana.
Con un comercio puertas adentro del bloque alicaído, pocos logros a la vista del proceso de integración y dificultades para abrir nuevos mercados, el sentimiento generalizado de insatisfacción ganó terreno y llevó al bloque a encarar un proceso de introspección que ha desembocado, entre otras cosas, en una propuesta para «modernizar» el Mercosur.
En la última reunión del GMC, en junio pasado, los socios reiteraron la «necesidad de intensificar los esfuerzos para modernizar y profundizar el proceso de integración» y se plantearon posibles cambios en la estructura institucional para hacerla «más eficiente».
El otro gran tema técnico en curso es la revisión del arancel externo común (ACE), la tasa que deben pagar los bienes para ingresar al Mercosur y que rige desde hace 25 años.
Los socios justificaron en el GMC en junio que esta revisión resulta «fundamental» para la consolidación de la unión aduanera y señalaron que la política arancelaria «debe fomentar la competitividad y la productividad en la región».
Una bajada generalizada del AEC, particularmente de los bienes de capital y los bienes intermedios que se importan para procesos manufactureros, daría una mayor competitividad al Mercosur al bajar los costes para ciertas cadenas de producción con perfil exportador.
La agenda de asuntos sobre la mesa incluye además propuestas para incluir el azúcar y los automóviles al libre comercio dentro del bloque, la eliminación del cobro del «roaming» dentro del Mercosur y un acuerdo de facilitación del comercio dentro de la unión.
La agenda externa es la más positiva este semestre, no solo por el histórico acuerdo con la UE, sino porque además han progresado otras conversaciones, la más avanzada de ellas con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por su sigla en inglés, integrada por Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein).
Además de este acuerdo de libre comercio, Mercosur negocia otro con Canadá, que espera concluir antes de finales de este año.
Asimismo, busca nuevos horizontes en Asia, aspirando a sellar un pacto comercial amplio con Corea del Sur en 2020 y avanzando en las conversaciones con Singapur, que se iniciaron en abril pasado.
Fuera de los temas comerciales, en esta cumbre, en la que Mauricio Macri traspasará la Presidencia temporal del Mercosur al brasileño Jair Bolsonaro, se espera que la crisis de Venezuela también sea parte del diálogo entre los jefes de Estado, como ha ocurrido en las últimas reuniones del bloque.
El Mercosur suspendió a Venezuela como miembro pleno de la unión en agosto de 2017 por considerar que en ese país hubo una «ruptura del orden democrático» por parte del Gobierno de Nicolás Maduro.
Pero la posición de los miembros del bloque sobre Venezuela no es unívoca, ya que Uruguay, a diferencia de sus socios, no ha reconocido al titular de la Asamblea Nacional (Parlamento venezolano), Juan Guaidó, como presidente encargado de ese país, función que desempeña desde enero pasado.